El entrenamiento era a las
cinco, como todos los martes y jueves. En el polideportivo se daban cita esos
días, sólo los veinte benjamines (chicos y chicas) de entre 8 y 9 años que
formaban el equipo de fútbol base de la localidad. Aquella tarde, conforme iban
llegando, el guarda del recinto, les iba diciendo que no se acercaran a la
valla que rodeaba el campo de césped -ya que estaba terminando de pintarla- y
que no pasaran entre los barrotes -como tenían costumbre para acortar distancias-
para evitar mancharse; sino que usaran la entrada al recinto de juego. A pesar
de que para ello tuvieran que dar un rodeo hasta llegar a la zona que tenían
reservada para el entrenamiento.
Pero esa no fue la única novedad
de aquella tarde, ya que cuando llegó el entrenador, lo hizo con un nuevo y
espléndido balón de cuero, con el que sustituir la vieja y roída pelota que los
jugadores mayores les habían dejado el año anterior. Cuando lo sacó de la
bolsa, todos se quedaron pasmados al ver que se trataba del balón oficial de la
liga de fútbol, y ardieron en deseos de estrenarlo lo más pronto posible.
Aquella tarde todos corrían como
nunca lo habían hecho y la hora de entrenamiento se les pasó en un santiamén,
de forma que, cuando el entrenador tocó el silbato y señaló con el dedo el
vestuario, todos gritaron a la vez: - “¡Noooooooooo!”. A pesar de ello, uno a
uno, todos fueron detrás de él, rodeando toda la valla -la que acababa de
pintar el guarda antes de marcharse- y entrando, sin rechistar, en el vestuario.
Una vez allí, el entrenador se dio cuenta que habían olvidado el balón en el
campo, pero cuando salió no lo vio por ninguna parte.
Al regresar al vestuario, la
mayoría de los jugadores ya se habían cambiado y guardado la ropa de deporte en
la mochila, pero antes de que se fueran el entrenador les dijo: - Acabo de
venir del campo y la pelota ha desaparecido; salvo nosotros, nadie más está en
el polideportivo y es imposible que alguien, en tan poco tiempo, haya podido
volver al campo rodeando toda la valla, coger la pelota, esconderla y volver al
vestuario sin que yo lo hubiera visto al salir.
Todos se quedaron mudos, sabían
que lo que decía el entrenador era cierto. Uno de ellos era el que había
escondido la pelota en alguna parte; para más tarde, cuando nadie lo viera
volver a por ella. Sin embargo y tras dejar un tiempo para que apareciera el
balón, el entrenador pidió a todos que sacaran la ropa de deporte de sus
bolsas, y aunque el balón no estaba allí, descubrieron quién había sido el
autor de su desaparición.
(recogido en actiludis.com)
- ¿Por qué no podían acercarse a la valla?
- Escribe V o F.
__ Cruzaban entre los barrotes para acortar
distancias.
__ Hacía dos días que pintaron la valla.
__ La novedad de aquel día fue el balón nuevo de
cuero.
__ Cuando el entrenador tocó el silbato, ninguno
quería acabar el entrenamiento.
__ Uno de los benjamines se dio cuenta de que
olvidaron el balón en el campo.
- Completa lo que pasó después... ¡Aquí está la clave del misterio!
Al llegar al vestuario, ______________________ de los
jugadores se habían cambiado y ____________________ la ropa de _______________
en la mochila. El entrenador volvió del ________________ y les dijo que la
_____________ había ______________________.
- ¿Qué le pasaría a la ropa del culpable? ¿Cómo lo hizo? Escribe tu explicación.
- ¿Qué días y a qué hora entrenaban los benjamines del equipo de fútbol?
- Luis tarda 13 min. en ir desde el polideportivo a su casa. Si el entrenamiento dura 1 h. 25 min., ¿a qué hora regresará a casa?
- ¿Cuántas horas de entrenamiento tienen al mes?
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