martes, 20 de mayo de 2014

Tras la pista: "El tiroteo".

     Eran las cinco de la tarde en el bar de la estación de autobuses, un solitario cliente, conocido como “Bronx”, se desparramaba en una sucia mesa junto a la ventana. A través del café y la rosquilla miraba distraídamente a la multitud que iba de compras, formando una lenta procesión contra el fondo de apresurados automóviles. Un hombre de corta estatura y moreno se separo de la masa y se dirigió hacia la puerta de la cafetería. En ese momento sonaron dos disparos, separados por apenas una fracción de segundo.
     Ante el estruendo, el rugido del tránsito pareció convertirse en un murmullo lejano. Hombres y mujeres sorprendidos miraban ansiosamente a su alrededor. ¿Eran verdaderos disparos o acaso sólo la explosión de un motor? En la acera opuesta un hombre se dio cuenta de que una bala había silbado junto a su cabeza, llevándose con ella un trozo del ala del sombrero. Una mujer aulló, y su grito fue la señal para que la multitud buscase refugio, apilándose en las entradas de los comercios. Un hombre de corta estatura, moreno, escapó sin ser advertido, metiéndose algo en el bolsillo mientras corría. Cuando la policía entró en la cafetería de la estación, se encontró al propietario inclinado sobre el cuerpo de un hombre. La bala había entrado cerca del corazón y salido por la espalda: estaba definitivamente muerto. A su lado, en el suelo, había un revólver.
     La detective Noemí inmediatamente lo identificó como un viejo conocido de la policía.
     ‐ ¿Qué sabes de lo ocurrido? ‐preguntó la Inspectora Noemí. La cara del dueño del café parecía de ceniza. Las manos le temblaban y debió sentarse en la silla de la víctima antes de poder hablar-. Nada, no vi nada. Estaba en el fondo, pelando patatas.
     ‐ Está bien interrumpió Noemí‐. Dime lo que sepas. ¿Bronx estaba solo o había otra persona cuando le dispararon?, ¿dijo algo?, ¿alguien merodeaba por fuera?
     ‐ Estuvo cerca de media hora. Se tomó dos cafés y pidió unas rosquillas. Estaba completamente solo, salvo por mí. Nunca hay nadie a esta hora de la tarde. Hablamos un poco y luego me fui al fondo a pelar...
     ‐ ¿Qué es lo que dijo? ‐interrogó la Inspectora‐. Al entrar me preguntó por un socio suyo, un tal Rubén Soto y me dijo: “Tengo algo para ese chivato”. Y eso es todo lo que supe hasta que oí dos disparos. Luego vi a “Bronx” despatarrado en el suelo.
     La detective lanzó un gruñido mientras examinaba el arma de “Bronx”. Había sido disparada, una sola vez. Luego envió a otros detectives a la caza de Rubén, mientras se dedicaba a buscar pistas. El cadáver no resultó de gran ayuda, pero el vidrio de la ventana le resultó de gran interés y lo revisó concienzudamente, desde dentro y desde fuera. En la acera de enfrente Noemí encontró una bala incrustada en el marco de una puerta; la misma, sin duda, que había mordido el ala del sombrero del paseante. Los expertos determinaron que había salido del arma de “Bronx”. Este tiro, como el que mató a “Bronx”, había sido disparado a través del vidrio, donde habían dejado dos orificios, bastante cercanos entre sí. Tras examinarlas con el microscopio, los especialistas del Departamento de Policía determinaron que el agujero superior había sido perforado por la bala disparada desde fuera y que había matado a “Bronx”. El agujero inferior, dedujeron, había sido hecho por la bala de “Bronx”, disparada desde adentro de la cafetería.
     Los colegas de la detective Noemí no tardaron mucho en atrapar a Rubén Soto que se entregó pacíficamente. En el interrogatorio Rubén declaró que no era culpable de asesinato, aunque reconoció haber disparado a “Bronx”. Había decidido arreglarse con “Bronx”, pero tan pronto como lo vio acercarse sacó un revólver del bolsillo y le disparó. Luego –aseguró- también disparé con mi arma pero en defensa propia”.
(recogido en actiludis.com) 

     ¿Fue así realmente como había pasado? Nada logró hacer cambiar la historia de Rubén. Conociendo a “Bronx” y sabiendo de la enemistad entre ambos, muchos no lo consideraban improbable. Tras analizar todas las pruebas Noemí, dedujo que Rubén mentía. ¿Cuál es la evidencia que contradice la historia de Rubén? Lee atentamente y observa el escenario de los hechos narrados. Para ayudarte a averiguarlo, sigue estos consejos:
  1. Lee atentamente todo el texto.
  2. No des soluciones sin pensar si tiene lógica o no.
  3. No se trata de un juego de acertar, sino de razonar.
  4. Si no logras encontrar la solución mira atentamente el dibujo y vuelve a releerlo.
     Si aún no lo sabes contesta estas preguntas que te servirán de pista:
  1. Según la historia relatada, ¿de quién era cada uno de los agujeros en el cristal?
  2. Fíjate en el dibujo de las grietas en el cristal. Según ese dibujo, ¿qué agujero fue primero y por qué?
La respuesta es:

     El dueño del bar necesita arreglar lo más rápido posible el cristal de la ventana rota por los disparos, aunque no dispone de mucho dinero para ello. Ha pedido presupuesto a dos cristalerías,  en donde se le detallan precios y formas de pago. En ambas cristalerías le han dicho que en dos o tres días irían a arreglarlo y que tardarían una hora y media, aproximadamente, en dejarlo todo listo. Observa los presupuestos y elige qué tipo de cristal pondrías y la forma de pago calculando cuánto tendría que pagar el dueño.


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