La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por
sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el
pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las hierbas y las florecillas,
encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia
mojada, penetrante y luminosa.
Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de
ocaso sus ojos negros, se va, manso, a un charquero de aguas de carmín, de
rosa, de violeta; hunde suavemente su boca en los espejos, que parece que se
hacen líquidos al tocarlos él; y hay por su enorme garganta como un pasar
profuso de umbrías aguas de sangre.
El paraje es conocido, pero el momento lo trastorna y lo
hace extraño, ruinoso y monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a
descubrir un palacio abandonado... La tarde se prolonga más allá de sí misma, y
la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable...
- Anda, Platero...
- ¿Qué hora del día crees que es? Razona tu respuesta.
- ¿Qué quiere decir: "herido por sus propios cristales"?
- ¿Qué es el ocaso? ¿Por qué dice el autor que los cristales le hacen sangre?
- ¿De qué color son las aguas del charco? ¿Por qué?
- ¿Qué significa: "hunde su boca en los espejos"? ¿Es alguna figura retórica?
- ¿A qué se refiere el autor cuando dice: "que parece que se hacen líquidos al tocarlos él"? ¿Por qué crees que lo dice?
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